El misterio del jabalí en la cueva de Altamira

Hoy, 29 de febrero,  es un día inusual en el calendario, tanto, que aparece y desaparece cada cierto tiempo. Quizá por eso desde épocas remotas este día está rodeado de misterio, superstición y una sorprendente rumorología.

También en el País de Altamira existe alguna que otra rumorología; una de ellas hace aparecer y desaparecer a un misterioso jabalí que ciertas personas dicen haber visto en la cueva de Altamira. Incluso algunos niños que visitan el museo nos preguntan por el jabalí de Altamira, y aseguran que lo han visto en cuentos que han leído en clase, y una vez una niña recordaba que su abuela le había regalado una postal de Altamira con un jabalí, inconfundible, decía.

Postal antigua de la cueva de Altamira

Así que, intrigados por ese jabalí que nunca habíamos visto, un grupo de guías nos acercamos a la biblioteca del museo para investigar este misterio. La biblioteca está repleta de libros de Prehistoria, y la bibliotecaria nos abrió un armario donde guarda los más antiguos. Allí encontramos uno de los primeros libros publicados sobre el arte de la cueva de Altamira, hace casi cien años: “La cueva de Altamira en Santillana del Mar” por el abate Enrique Breuil y el Dr. Hugo Obermaier, dos buscadores incansables de cuevas con arte prehistórico.

Ese libro es un pequeño tesoro, muy importante para conocer los inicios de la investigación de la Prehistoria y del arte de las cavernas. Contiene muchos dibujos de los bisontes y caballos de Altamira, también la cierva, y, sí, entre ellos aparece el jabalí, y no uno, sino dos. ¿Pero son realmente jabalíes? Enseguida nuestro compañero Francisco se dio cuenta de un pequeño detalle, y es que como experto cazador es muy buen observador: fijaos que este “jabalí” tiene cuernos … Ahí está la clave que resuelve esta confusión.

En este libro los dibujos de los animales de la cueva de Altamira aparecen en  láminas pintadas al pastel que los arqueólogos crearon a principios del siglo XX a partir de los esbozos que hicieron dentro de la cueva, con muy poca luz, y tumbados en un suelo muy incómodo. En el libro también encontramos fotografías en blanco y negro tomadas en los años 30 en las que no se aprecian bien todos los detalles de las pinturas rupestres, ni los matices de color, y, por supuesto, tampoco se aprecian los grabados que forman y completan algunas de las figuras de la cueva.

Para terminar de resolver el misterio del jabalí de la cueva de Altamira buscamos una buena fotografía reciente y fuimos a la Neocueva a observar con más detalle esa pintura, “el presunto jabalí”. Y, como sospechábamos, con una buena iluminación pudimos ver la cara del animal, y distinguir las grietas naturales de las líneas intencionadas, los grabados que forman claramente la cabeza de ¡un bisonte!, su barba y sus cuernos pintados, en la parte alta de la cabeza, y no colmillos junto a la boca, e incluso los grabados que permiten apreciar sus cuartos traseros redondeados. En este enlace os mostramos dónde estaba El misterio del jabalí en la cueva de Altamira.

Resuelto este misterio, nos quedamos pensativos y abrumados por el poder de la rumorología. Durante más de un siglo ha perdurado la creencia de que en Altamira hay un jabalí, pasando de un libro de Prehistoria ya histórico, a una postal, o a alguna guía turística mal documentada, y de ahí a libros para niños… y continúa presente en el imaginario colectivo a pesar de “los desmentidos”, de las nuevas interpretaciones del arte de Altamira en publicaciones científicas y a pesar de su ausencia en libros divulgativos. ¿Conocéis alguna otra rumorología sobre el País de Altamira? Contamos con vuestra colaboración para combatirla.

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